domingo, 10 de abril de 2011

¿Puta yo?.

Y me solté el cabello, me vestí de reina, me puse tacones, me pinté y era bella, camine hacia la puerta, te escuché gritarme pero tus cadenas jamás podrán atarme y mire la noche y ya no era oscura y todos decían que yo era una PUTA.

Desde que tengo uso de razón los parámetros de éxito que dicta la sociedad han estado allí y debía seguirlos: levantarme temprano, cepillarme los dientes, asistir a clases, graduarme, conseguir un buen trabajo, en fin: establecer una rutina de éxito propio para luego conseguir un buen novio que se convertiría en un buen marido y futuro padre de mis hijos; para tener este “ideal” debería cumplir una serie de exigencias sociales necesarias para asegurar un partido prometedor, pero adivinen qué: nunca me interesó seguir las reglas.

Porque cuando uno decide hacer lo que siente  normalmente es considerado un desertor social y hasta podrías verte desterrado de un grupo que, a fin de cuentas, se sustenta en la hipocresía: calificando de inmoral, erróneo, etc. Algo que ellos mismos desearían hacer y que, de hecho, muchas veces se permiten hacer, pero siempre de puertas adentro. Chicas contando los días exactos para irse a la cama con “un buen partido”, añorando ser consideradas “chicas serias”. Reglas, reglas y más reglas van surgiendo en torno a las relaciones y sobre todo: al inicio de las mismas, cuando hay que poner las “reglas” en claro. “Mínimo tres salidas formales para besarlo por primera vez y un mes para acostarme con él”, he dicho: allí está la “chica seria” luego de una jornada de transfusión de saliva donde no sólo está mojado el carro por la lluvia incesante sino también las nuevas pantys Victoria Secrets que cargaba.

¿Qué actitud se aplaude y cuál se sentencia? ¿Qué diferencia lo que “debemos” de lo que “queremos”? Todas esas respuestas las encontré en MI. Nosotros que nos pasamos la vida debiéndonos al “qué dirán”, nos olvidamos de lo que somos y sentimos, cuando es mucho más importante cómo procesar todo ese rollo social que se maneja alrededor de lo que representamos y no, necesariamente, somos.

Para muchos, PUTA es simplemente una chica que una noche decidió ser fiel a lo que sentía, a si misma, demostrándose que no era un simple robot que está dispuesto a obedecer las ordenes y patrones de una sociedad engañosa y se dejó guiar por lo que sentía más que por lo que debía. Creo que el problema no es tomar una decisión, sino acarrear lo que viene a continuación; estar consciente que de una u otra manera seremos juzgados y que eso no representa la totalidad del problema, sino asimilar el juicio emitido, eso: marcará la diferencia.

Los universos personales existen y nos llevarán a entender el universo social que nos envuelve. Desarrollar una seguridad interior que nos permita tolerar los comentarios malsanos de una sociedad que no se esfuerza en entender al otro no es un trabajo fácil, ni se logra en dos días. Lamentablemente las mujeres llevamos una carga difícil en todo tipo de relaciones: siendo hijas, siendo madres, siendo novias, siendo esposas, siempre somos juzgadas por ser mujeres, por poseer una simple condición genética diferente.

No existe en ello moraleja alguna. El mundo entero se sigue moviendo. Muchos siguen buscándole solución a sus problemas de soledad, mientras otros se preocupan por resguardar lo que tienen a su lado. Unos se encargan de juzgar y otros, sencillamente: son juzgados. Represión de sentimientos o libertad del cuerpo, es una simple decisión personal donde cada uno tomara las riendas de lo que decida hacer con su vida sin echarle la culpa a lo que haga con su cuerpo.

Decidí  ir por la vida luciendo simplemente como quiero lucir, sintiéndome satisfecha tanto con lo que hago como con lo que dejo de hacer. En mi vida: Yo elijo, no me eligen y me encantaría que esa fuera la premisa de la mayoría de las personas que conozco, de esas que cuentan días y horas para abrir un poco su cerebro y sus piernas, para permitirse ser feliz 20 minutos. Chicas que vuelven a sus casas rezándole a Dios o a alguna inimaginable cantidad de figuras religiosas que, no puedo ni nombrar, para que quien las hizo feliz esos minutos, las llame al día siguiente y en un año le pida ser “la mujer de su vida”.

Tomemos el control y asumamos las consecuencias con valentía. Valoremos lo que tenemos como lo queremos y no le demos a los demás el poder de tomar las decisiones que son nuestras. Compra los tacones adecuados para lucir esas piernas bien trabajadas en el gimnasio, sube a tu carro nuevo que con tanto esfuerzo conseguiste y vive la vida, no dejes que ella te viva a ti. Sal y decide que noche quieres sentir el algodón de esa pijama nueva al lado de un café recién hecho o conseguir simplemente alguien que te halague el liguero nuevo que te compraste. Que si el mundo entero te juzga y el veredicto es: Puta, puedas voltearte y decir: ¿Puta yo?.

lunes, 4 de abril de 2011

"El poder está en mis manos" Crónica cercana sobre la Masturbación Femenina.

Siempre he sido fiel creyente del dicho que reza ''nadie extraña lo que nunca ha sentido''  pero jamás pensé que se aplicaría tan eficientemente a mi vida sexual. Yo, una chica promedio, con un buen trasero,  dos siliconas de 400cc en el pecho y una cintura aceptable, gozaba de una “agradable”  vida sexual.
Besaba con lujuria, me mojaba increíblemente y experimentaba un estado de excitación que se incrementaba con los minutos hasta que llegaba el final, todo terminaba sin ''acabar''. Sin embargo Estaba totalmente satisfecha con lo que me ofrecían, caricias, besos, jugueteo, coito y un besito antes de huir rápidamente del hotel. Un día mis inquietudes se volvieron interrogantes y comencé a experimentar.
¿Qué hay en mi cuerpo que desconozco?, ¿Existe un botón que puede activar mis orgasmos?, de ser así: ¿Cómo lo toco? ¿Cómo llego a él?, ¿Cómo puedo sentir eso que reflejan todas las chicas que veo en pornos constantemente?, ese sentimiento de que el mundo se esta acabando afuera y no me importa, de que la vida se va en ese solo suspiro y aliento de satisfacción. La respuesta a todas mis preguntas era una sola: mi mano.  La que me acompaño desde que salí del vientre de mi madre y cuyos poderes mágicos desconocía hasta que tuve consciencia adulta y quise experimentar algún uso diferente al de sostener un lápiz para escribir o un cigarrillo para fumar.

Tenía en mente el eslogan contemporáneo que toda mujer debería tomar en cuenta: TÓCATE, así que puse manos a la obra. Aprendí a sentir, experimentar diversos niveles de excitación, hasta el más apreciado de todos: el orgasmo. ¿Cómo no pude descubrirlo antes? Cómo podía exigir a los demás que se encargaran de satisfacer mis niveles de placer cuando yo misma los desconocía. El cuerpo del hombre y de la mujer se crearon para acoplarse perfectamente,  pero el hecho de conocer lo que necesito me dio el poder necesario para hacer de todas mis experiencias sexuales fueran maquinas orgásmicas seguras. A solas, deslizaba mi mano bajo el pantalón, frotaba mi clítoris con la presión justa y necesaria para que en menos de 3 minutos pudiera estallar de placer; sudada y con una gran sonrisa en mi cara podía continuar felizmente mi día. Acompañada, podía indicar el sitio justo para que me hiciera explotar orgásmicamente,  podía canalizar todo ese esfuerzo para que los dos disfrutáramos de una increíble experiencia sexual.

A ver, el hombre promedio actual inicia fases de experimentación sexual en solitario a los 11 años, de ahí a su primera relación sexual a los 15 tendría 4 años experimentando con su cuerpo, sabiendo cómo siente, cómo reacciona, cómo son sus fluidos. ¿Y nosotras? Hablando en términos generales, entregamos nuestra virginidad al guevón con 15 años igual que nosotras, probamos, el acaba y seguimos igual, claro que empieza el proceso de investigación sexual, a descubrir ese más allá indescifrable, saltamos de pareja, cambiamos de posición, hasta que al fin se nos ocurre experimentar un poco con nosotras mismas y descubrir que el factor principal para tener un orgasmo es conocer nuestro propio cuerpo, cuando somos conscientes de esa premisa todo resulta mucho mas fácil y claro. Jadeos incesantes, gotas de sudor corriendo por el cuerpo, contracción de nervios,  pulso acelerado, gemidos sin parar, son sólo características que todas debemos experimentar.

La masturbación femenina, asombrosamente es uno de esos temas absurdamente tabú en la sociedad, son pocas las mujeres que reconocen, al menos, abiertamente que practican la masturbación, básicamente porque lo confunden con un sucedáneo de las relaciones, cuando en realidad es un complemento. El poder está en nuestras manos, no todas sabremos usarlo pero las que le sacamos provecho tenemos una amplia ventaja sobre las que se quedan esperando que un segundo resuelva sus dilemas sexuales
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